Existe un nuevo paradigma en el cuál los cambios sociales
son más vertiginosos que las disciplinas de estudios sociales, y por tanto los
formatos de investigación y análisis de estas disciplinas tienden a ser
anacrónicos.
Probablemente se expliquen a partir de lo anterior los actuales
problemas que se presentan a nivel de las ciencias de la administración (entre
otras), dado que la teoría administrativa engloba a prácticamente todas las
disciplinas. Carecer de conocimiento preciso sobre lo que sucede en un momento
determinado es un elemento clave a trabajar.
Debemos entonces tener cuidado sobre qué herramientas de
análisis usamos, y adaptarnos a que nuestras culturas actuales son híbridas y
“esponjas”.
El mundo laboral por tanto, se ve inmerso (y es partícipe de
lujo) en esta complejidad cultural, en donde el snobismo y los valores
individuales priman por sobre los colectivos.
Para empezar a deshilachar opciones que faciliten la toma de
decisiones en empresas que quieran regirse por Liderazgo (dentro del enfoque
actual de responsabilidad social y compromiso dinámico), lo primero que hay que
hacer es reconocer la nueva realidad.
Estamos asistiendo a un cambio sociológico en la vida
cotidiana del individuo; el eje central que desde la Revolución Industrial
venía siendo el trabajo ahora pasa a ser el esparcimiento.
Explicándome un poco mejor, la revolución Industrial trajo aparejada una
nueva clase social: la obrera, y una relación jerárquica entre jefes y
subordinados; el trabajo individual “artesanal” (y creativo agrego yo) dejó
lugar al trabajo en fábricas (casi siempre repetitivo), en donde se debía
cumplir cierto horario a cambio de un salario X. Esta nueva cultura laboral
generó a partir de este momento un cambio en la vida cotidiana del individuo, todo comenzó a girar en base a su trabajo (tenían un horario de
trabajo, otro de descanso y otro de esparcimiento -que por lo general lo pasaba en familia-).
Fue tan grande el
desarrollo de la industria del entretenimiento, la tecnología y la alienación del hombre que
cada una de las personas quiso trasladar estos “placeres” (comodidades
exclusivas del tiempo libre) al ámbito laboral (sobre todo después de la
imposición de la Internet - ADN de la presente Revolución Tecnológica - y de la actual fragmentación de la familia).
En un mundo en donde el individualismo y el consumismo reinan era evidente que iba a existir un pasaje de valores apoyados en los estímulos que recibimos del entorno y los medios en todo momento.
En un mundo en donde el individualismo y el consumismo reinan era evidente que iba a existir un pasaje de valores apoyados en los estímulos que recibimos del entorno y los medios en todo momento.
Es así que la vida cotidiana de las personas cambió, ya
no gira más en torno al trabajo sino que gira en torno a la satisfacción
individual. Se ha trasladado la necesidad de comodidad absoluta (supuesta
libertad de elección..) al terreno laboral; los empleados (por sobre todo la mano de obra
calificada) pretenden tareas no repetitivas, manejos del tiempo, del lugar de
trabajo, posibilidades de desarrollo personal – profesional, en compañía de un
buen sistema de remuneraciones (claro está) y el reconocimiento por la
realización del trabajo eficiente (alimento del ego humano que el aparato
comunicacional se ha encargado de debilitar para que la gente consuma más.. ). Cada
empleado busca ser dueño de su destino, y esos intereses individuales que
persigue deben ir en
relación a los intereses empresariales.
Desde el plano de los subordinados, todo empleado que quiera
trabajar en una empresa X deberá mostrar como sus habilidades podrían ayudar a
alcanzar los objetivos de la empresa para la que se postula, y desde el plano
de los empleadores (y seleccionadores) debemos detectar cuáles son los intereses
individuales para evidenciarle a cada empleado como nuestra empresa puede
ayudar a alcanzar sus objetivos personales.
Entendiendo que toda cultura empresarial eficiente debe
conjuntar a la cultura que pretende imponer la dirección y a la cultura del
personal (valores, costumbres, formas de relacionamiento, etc.) es que
necesariamente debemos asumir que el
individuo está mutando del “ya” al “ahora y después” , en donde su vida
cotidiana cambió, y su búsqueda de satisfacción individual hace por un lado que
formas de liderazgo empresarial tradicional no funcionen y por otro lado que
muy pocos busquen ser referentes de otros (porque hoy en día a casi nadie le importa
liderar un grupo real de personas), más bien la tendencia es dejarse
llevar. Las empresas deben adaptarse a
esto, asumir un liderazgo “emotivo” y sincero con cada empleado, hacer de cada empresa una "familia" de trabajadores que persiguen objetivos individuales (propios) y colectivos (empresariales), y en donde la
innovación y la creatividad (desde todo punto de vista) sean valores centrales
de gestión.
Se hace actualmente muy difícil apoyarnos en una disciplina
de estudio para dar solución a los problemas de Dirección empresarial y la
ausencia de liderazgo, lo único posible es integrar las diversas áreas de
conocimientos en pro de una mejor gestión, tener una cultura que promueva buenos valores y trabaje día a día para dar valor a su empresa y a su gente.